viernes, 24 de julio de 2015

Vacío entre estudios de la comunicación y el análisis de los metadatos: Bernard Miége

Frambel Lizárraga Salas y Carlos Padilla Ríos
revistazocalo.com.mx

La investigación de la comunicación enfrenta nuevos desafíos con el desarrollo y aprovechamiento de las recientes tecnologías de la información, controladas por las modernas transnacionales de la distribución de contenidos, donde los géneros y los formatos se difunden por variados vehículos de transmisión.

Los científicos sociales buscan interpretar el impacto de esa dinámica entre los conglomerados sociales, en especial a través de los consumidores de información. Acerca de estos temas nos habla Bernard Miége, profesor emérito de la Universidad Stendhal Grenoble III de Francia, quien ofreció una conferencia magistral durante el Encuentro Nacional de la Asociación Nacional de Investigadores de la Comunicación (AMIC), realizado en la ciudad de Querétaro, a principios de junio.

Querétaro, Qro.- ¿Qué desafíos enfrenta la investigación de la comunicación en un mundo globalizado, con redes sociales y las telecomunicaciones?

-Además de un mundo globalizado hay una pluripolaridad, porque ya no es la situación de los años 80, donde estaba muy marcado. Hay varios polos, más que ser global. Hoy, Estados Unidos ocupa el segundo lugar en nivel de indicadores económicos, pero en el dominio de la comunicación todavía está en primer lugar. Domina gracias a sus industrias de la comunicación. Este poderío estadunidense en las industrias de la comunicación ya no es el mismo que existía en los años 70, cuando en esa época las agencias de prensa eran la prensa mundial. En este momento, estas agencias poderosas han retomado un poderío enorme en los últimos 10 años.

-¿Cómo discernir las temáticas de la investigación dentro de la dinámica y evolución de los recursos tecnológicos? ¿El análisis científico va muy atrás de la evolución técnica?

viernes, 10 de julio de 2015

Periodistas de Veracruz reciben salarios insuficientes para su manutención

Ángel García
Xalapa, Veracruz 

El integrante de la Comisión Estatal para la Atención y Protección a Periodistas (CEAPP), Jorge Morales Vázquez, dijo que las empresas periodísticas en el estado contratan a sus trabajadores a cambio de salarios mensuales no mayores a los 4 mil 782 pesos.
En conferencia de prensa, abundó que el salario de los reporteros y fotógrafos relativamente es bajo a lo estipulado por la Comisión Nacional de Salarios Mínimos, donde se establece que el sueldo de los trabajadores de la información debe ser de 6 mil 127 pesos mensuales.
Agregó que con base en un estudio realizado entre comunicadores de esta capital y de otras ciudades se comprobó que el salario de los periodistas no es suficiente para su manutención y la de sus familias.
Incluso, señaló que algunas empresas no otorgan las prestaciones de ley, incluida la seguridad social y servicios médicos.
Manifestó que el salario de los comunicadores sólo alcanza para cubrir sus necesidades y con mucha dificultad la de sus dependientes.
Por último, pidió considerar al periodismo como una actividad de interés público en el estado y establecer un salario profesional para los reporteros con tal de que puedan mejorar sus condiciones y su calidad de vida.

A cinco años de la desaparición del periodista Evaristo Ortega Zárate

¡Ni uno más! exigieron periodistas veracruzanos; dos años después, asesinarían a Regina Martínez.

Eliseo Tejeda Olmos
Xalapa, Veracruz

Evaristo Ortega y Miguel Ángel Márquez Yunes,
alcalde de Boca del Río, Veracruz.
Poco después del mediodía del lunes 20 de abril 2010, el periodista veracruzano Evaristo Ortega Zárate, director del semanario Espacio -impreso y en página web de noticias- informó a su hermana Irene en mensajes vía teléfono celular: "avísale a todos; nos llevan detenidos; nos llevan en patrulla a Veracruz".
Desde entonces, cinco años después, no se ha sabido nada de él. Este 10 de julio de 2015 Evaristo cumpliría 38 años.
En su momento fue el onceavo periodista desaparecido en México, cuando se desató una serie de agresiones en contra de los trabajadores de los medios de comunicación que hasta ahora no ha terminado, tan solo en Veracruz son ya trece los asesinados.
Las condiciones no han cambiado, como en el caso de Evaristo, cuya desaparición se atribuyó  a motivos diferentes al ejercicio de su trabajo periodístico porque aspiraba a ser presidente municipal de su pueblo natal, Colipa, a donde volvió después de trabajar un tiempo en Xalapa, capital del estado de Veracruz y en la que aprendió y ejerció el oficio periodístico.
El partido que lo iba a postular como su candidato, Acción Nacional, se desatendió del caso lo más rápidamente posible; fueron sus compañeros periodistas los que siete días después condenaron en la plazoleta Lerdo de Tejada, frente al palacio del gobierno estatal, su desaparición forzada y exigieron a las autoridades que trabajaran para que regresara sano y salvo con su familia, pero nada lograron en ese sentido.
Evaristo Ortega y la entonces diputada local
Irma Chedraui Obeso.
Una gran manta con su rostro y la leyenda Ni uno más fue el marco de la protesta y exigencia de los periodistas en Xalapa. La única respuesta que recibieron algunas reporteras fueron amenazas para que dejaran de participar en las protestas.
Imborrable para el gremio periodístico quedó la frase despectiva de la entonces presidenta de la Comisión Estatal de Derechos Humanos en Veracruz y exsecretaria del Gobierno del Estado, Nohemí Quirasco Hernández, la que preguntó a los reporteros ¿quién era?, no lo conocía como periodista.
Dos años después, en el mismo fatídico mes de abril, entre la noche del día 28 y la madrugada del domingo 29, fue asesinada en su casa del barrio de El Dique, la periodista Regina Martínez, pero ella se desempeñaba como corresponsal de la revista Proceso y antes lo fue de La Jornada, el crimen trascendió las fronteras de Veracruz y de México, al grado que en su memoria se puso su nombre a una calle de Oviedo, España.
Como los restantes casos de desaparición y asesinato de periodistas en México y Veracruz, el de Evaristo Ortega Záratez sigue sin solución e impune.

miércoles, 8 de julio de 2015

Más allá de Aristegui: La prensa, sólo un poder subsidiario

Indicador Político
Carlos Ramírez

En medio de las pasiones de una sociedad militante que carece de líderes políticos y opciones partidistas, del sentimiento antisistémico que no tiene formas de expresión institucional y de la ausencia de un periodismo político a la medida de las exigencias de la transición que no ha podido llegar a la instauración democrática, el affaire Carmen Aristegui quedó al final de cuentas como un catalizador de sentimientos, sensaciones y hasta frustraciones sociales.

Pero lo malo de estas situaciones extremas de polarización social, las crisis no permiten reflexiones y por tanto una sólo retroalimenta a las que vienen. La propia Aristegui se aferró al modelo Luis Echeverría de los años setenta que la sociedad mexicana en realidad no popularizó en cuanto a conocimiento de la realidad. ¿Pues qué hizo Echeverría con Excelsior?, se debieron de haber preguntado los jóvenes.

Cuando los corresponsales en Vietnam comenzaron a salir a las zonas de combate simplemente a comprobar si las batallas informadas por el Pentágono en realidad habían ocurrido y se encontraron con un mundo de mentiras y por tanto sus primeros reportes contradijeron los boletines, el secretario de Estado Dean Rusk fue a la zona caliente no tanto a supervisar la guerra sino a regañar a los periodistas: ¿quién votó por ustedes?, como si el voto otorgara la legitimidad al crimen del Estado y del poder. La política de información del Excelsior de Scherer fue muy a la Stendhal: el espejo que reflejaba los lodazales del camino.

El gran debate que reabrió por enésima ocasión un conflicto de despido de periodistas críticos es el mismo de siempre: ¿cuál es el perfil de la prensa, para qué sirve? Y las respuestas van desde la apatía hasta la suplantación de funciones: la prensa es un poder en sí mismo o en el peor de los casos un contrapoder. Puede ser. Pero aquí se va a ensayar una nueva hipótesis de trabajo: la prensa es un poder subsidiario; es decir: prestado por la inexistencia de poderes reales. La prensa carece de militantes, si acaso tendrá algunos seguidores fieles y apasionados. Pero las denuncias en la prensa sólo contienen abusos y no los evitan. De ahí el razonamiento: la prensa crítica subsidia la inexistencia de sectores sociales con capacidad real de modificar el rumbo de la sociedad. En sociedades realmente republicanas la prensa crítica denuncia abusos pero no genera tendencias de clase.

El principio de subsidiaridad es propio de sociedades de bajo desarrollo político: las sociedades y sus liderazgos prefieren la suplantación momentánea de funciones, que la definición de clases. Extraña que la izquierda ideológica no haya razonado la crisis de la prensa: la prensa crítica es una superestructura ideológica que juega un papel clave en la construcción de hegemonías; la prensa crítica forma parte de los liderazgos intelectuales. Por tanto, la prensa crítica también subsidia la inexistencia histórica de una izquierda independiente en lo ideológico y en lo político.

El papel de la prensa crítica así ha sido en la historia de México: en la Reforma suplió las masas del partido liberal, en el porfirismo fue castigada y cooptada, en los años prerrevolucionarios fue el espacio de propuesta radical contra el tirano, en el ciclo de los jefes revolucionarios perdió la legitimidad ideológica por el peso del pensamiento histórico de la Revolución Mexicana y quedó de rehén de una burocracia ineficaz y rapaz, en los años del priísmo la prensa crítica subsidió la inexistencia de una sociedad de masas y de clases contra el dominio ideológico del PRI y su legitimidad histórica.

La alternancia partidista en la presidencia de la república en el 2000 fue precedida por el papel fundamental de la prensa crítica en la deslegitimación del consenso histórico de las élites priístas y el control cultural, ideológico y educativo del Estado: el presidente de la república y el PRI eran las instituciones de la Revolución; por tanto, criticarlas era ir contra la historia. El pensamiento progresista de los sesenta y los setenta –sobre todo las revistas El Espectador, Política y el suplemento La Cultura en México– criticó los vicios y los abusos pero no la esencia ideológica del absolutismo del régimen priísta: el símbolo de esa crítica fue Carlos Fuentes y su apoyo acrítico al gobierno de Luis Echeverría porque se podía ser progresista, cardenista y revolucionario sin ser priísta.

Queda también para el anecdotario de la dialéctica progresista: cuando un candidato a diputado del PRI –el líder campesino Humberto Serrano– fue revelado como el responsable de la invasión del predio de Paseos de Taxqueña que inició el golpe institucional contra el Excelsior de Julio Scherer García, el intelectual progresista Fernando Benítez tronó diciendo que si ese candidato ganaba la elección, él, Benítez, renunciaría a su puesto simbólico en el consejo consultivo del IEPES del PRI al que pertenecía, decía, sin ser priísta; Serrano llegó a la Cámara y Benítez nunca renunció al IEPES.

LA PRENSA NO ERA CRITICA; LA HICIERON A PALOS

La prensa crítica nació con la insurgencia. El 10 de noviembre de 1810 las Cortes de Cádiz aprobaron el “Decreto de la libertad política de la imprenta” en el que en su caracterización llevaría su penitencia: la imprente –para edición de libros y revistas– debía tener libertad política. Y en su considerando único, el decreto establecía la función política de la prensa:

“Atendiendo las Cortes generales y extraordinarias á que la facultad individual de los ciudadanos de publicar sus pensamientos é ideas políticas es, no solo un freno de las arbitrariedad de los que gobiernan, sino tambien un medio de ilustrar a la Nacion en general, y el único camino para llevar al conocimiento de la verdadera opinion pública (sic por la falta de acentos y por las mayúsculas del castellano clásico)”.

Así, la prensa nació con dos objetivos: frenar los abusos del poder y educar a la sociedad. Ese decreto, por cierto, fue escondido por el Virrey de la Nueva España y sólo fue publicado en Diario de México hasta 1812; el entonces periodista rebelde Carlos maría de Bustamante recibió esa difusión en el número uno de su revista satírica Juguetillo con una frase que llevaba efectos distorsionadores: “¿Conque podemos hablar?” El decreto no duró mucho. El virrey comenzó a cerrar medios y encarcelar periodistas por ejercer la libertad política.

El papel de la prensa ha sido, siempre, la de agitadora de conciencias o la de controladora cultural; el primer caso ocurre en sociedades medio abiertas y el segundo es clásico en regímenes autoritarios. En ambos casos se percibe la inexistencia de una sociedad política; así, la prensa subsidia en los hechos la falta de una oposición activa, el ocultamiento de una sociedad temerosa a organizarse fuera de los canales institucionales y la escasez de instituciones democráticas.

Así, la prensa crítica es tolerada y hasta alentada –Echeverría y Salinas de Gortari en el inicio de sus sexenios– en tanto que no genere una organización de la sociedad o en tanto que sus denuncias tampoco promuevan el aglutinamiento opositor de la sociedad. En los fases más intensas de represión de la prensa crítica en el largo régimen priísta –1929-2015, incluyendo los modos priístas de los dos sexenios panistas–, la prensa crítica subsidió la carencia de un sistema democrático de partidos, el modelo piramidal del ejercicio del poder presidencial absolutista, el control de la oposición en las instituciones legislativas, la organización corporativa de la sociedad y la falta de una democracia real. Paradójicamente la prensa crítica llegó a ser inclusive coartada del régimen autoritario priísta para ofrecerse como democrático en el exterior.

En este sentido, la prensa crítica se colocó en la superestructura de la superestructura gramsciana; es decir, dentro de la élite cultural de la élite intelectual, en una especie de muñeca Matrioska rusa: una dentro de otra. En los años del autoritarismo diazordacista, la prensa crítica se sometió al poder aunque buscó algunos resquicios, como lo ejemplifica la no tan aleccionadora ni sentimental de Julio Scherer García como director de Excelsior durante el movimiento estudiantil de 1968. En los años del aperturismo tramposo de Echeverría también ese Excélsior jugó en los extremos y perdió; en ambas fases, el sistema político carecía de oposición y de sociedad, y el papel de contrapoder quedaba en una prensa sin fuerza interna y sin fortalecimiento social.

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@carlosramirezh

viernes, 3 de julio de 2015

Presenta Sonia García documental sobre el periodista Jorge Saldaña

Sociedad 3.0
Veracruz, Veracruz

Sonia García y Fabricio Prada.
El 23 de junio fue presentado en la ciudad de Veracruz el documental que narra la trayectoria profesional y vital del periodista mexicano Jorge Saldaña. “Viejo luchador”  es un homenaje particular de Sonia y Sac-Nicté García García a un hombre que dedicó su vida al periodismo y que hasta el último momento estuvo al pie del cañón ejerciendo su mayor pasión.
Para el efecto, la periodista Sonia García García se trasladó desde Barcelona, donde reside desde hace varios años, al Museo de la Ciudad porteña, donde en el marco del Festival de Cine Extremo, dirigido por el cineasta belga-mexicano Fabrizio Prada, realizó la presentación de su ópera prima, ya que ella fue directora al alimón con su hija Sac.
Al hacer uso de la voz, García García platicó la estrecha relación de amistad que le unió con el banderillense, al cual conoció cuando ella era directora de Diario de Xalapa y él se acercó a ese medio debido a la colaboración de su hija Ximena Saldaña con el presidente de Organización Editorial Mexicana, Mario Vázquez Raña.
Recordó con emoción el apoyo recibido de Jorge cuando finalizó su relación con OEM y que finalmente derivó en su traslado a Europa, el trabajo de investigación realizado con gente del pueblo que ubica y tiene presente al comunicador y el apoyo de amigos de Jorge, como el Cronista de Xalapa, José Zaydén Domínguez; el activista Magno Garcimarrero y el escritor Armando Ortiz.
Acudieron a la presentación amigos de la periodista como el propio Garcimarrero, Octavio Ruiz Martínez, Juan Antonio Nemi Dib, Jaime Ríos Otero, María Agrícola Cabrera Cruz, Thomas Owen, Marcela Prado Revuelta, Elda Rojas, Sixto García y el anfitrión, Fabrizio Prada, así como los participantes en el Festival de Cine Extremo, directores, actores, entre otros.