domingo, 4 de enero de 2015

Moisés Sánchez, el reportero activista

formato7.com
Medellín, Veracruz

La casa del reportero José Moisés Sánchez Cerezo es sencilla, patio de tierra, construcción en obra negra y con un pozo compartido con vecinos que carecen de agua potable.
El árbol de navidad en la entrada principal dejó caer varias esferas a los pies de la tierra que fue pisoteada por un grupo armado la tarde del viernes 2 de enero del 2015.
La recamara más cercana exhibe la presión con que fue pateada una puerta para subir a la fuerza al señor de 49 años de edad que dormía una siesta.
Los familiares comentan poco, sufren demasiado y se miran fijamente sus manos morenas. Jorge Sánchez es el único hijo de Moisés. Los pequeños que corren por el patio con unas piezas de pan son los nietos. La casa luce triste, como sufriendo.
La calle de Violetas en la colonia Gutiérrez Rosas en el municipio Medellín de Bravo, está sin pavimentar, sin alumbrado público, solo se deja iluminar por la gran luna de la primera noche que no durmió en casa Moisés.
En las primeras 48 horas del suceso, los vecinos no salen más que a la tienda. La calle parece un desierto en plena costa. Ponen candados, cierran ventanas, las cortinas es lo único evidente en cada hogar aledaño a la familia Sánchez.
Frente al hogar marcado con el número cuatro no viven más que perros, grillos, sapos y otros insectos que deambulan por el gran potrero cercado con alambres de púas.
Desde la madrugada del sábado, la calle es vigilada por policías municipales y estatales. Integrantes de la Comisión Estatal para la Atención y Protección de los Periodistas se unieron a la vigilancia, ellos comparten pan y coca cola en la sala con dos sillones repartidos en un pequeño cuarto.
El silencio les duele. La espera es larga. En el primer día de desaparición, la familia solo comenta a María Gómez, la esposa de Moisés, que debe dormir, comer y descansar unos minutos. Ella niega con la cabeza en total silencio.
“La Unión, la voz de Medellín” se editaba desde hace 10 años
María Gómez camina unos metros hacia un cuarto, demora escasos minutos y sale con tres periódicos que repartía su esposo por las calles de Medellín.
El diario no lo sacaba con frecuencia. Era gratis. La esposa recuerda que al generar algunas ganancias extra en los servicios de taxi le daba para gestionar la impresión de su periódico repartido en las afueras del ayuntamiento de Medellín.
En compañía de su esposo salían a ciertos puntos de la ciudad para entregar el periódico “La Unión, la voz de Medellín”.
La última vez que lo editó, fue hace seis meses. Ésta edición es evidencia de las últimas publicaciones que se esfumaron con la cámara, un ipad, una computadora y la presencia del también activista social y taxista justo cuando llegó el grupo armado el pasado viernes.
Jorge Sánchez, hijo único de Moisés, encontró la primera cámara que compró. Una Minolta análoga negra con gris fue su primer herramienta periodística con un lente 28-70 mm.
Con el lente dañado y un flash se juegan entre las manos de uno de sus nietos, hijo del primer matrimonio de Jorge. Ambos artículos se exhiben ante ajenos a la familia con gran celo, como si Moisés los cuidara aún sin estar presente.
El reportero es conocido en medios locales, comentó María Gómez. “Le hablaban de Imagen, de la tele y otros medios para que les pasara información sobre lo que pasa aquí en Medellín. Nunca supe los nombres de quienes le hablaban, pero siempre le pedían información por teléfono y les mandaba las fotos de la computadora que también se llevaron”.
Sus publicaciones se focalizaron a protestas, accidentes o hechos violentos de la ciudad de Medellín y alrededores.
Cuando Jorge tenía 19 años –actualmente cumplió 29-, su padre hizo rondar por las calles su primera edición de “La Unión”.
“Su primera edición fue cuando yo tenía como 19 años, era sobre la Feria de la Piña, la que siempre hacen aquí en Medellín, de ahí salían de denuncia porque no había luz y alumbrado”.
Los casi mil impresos que repartió Moisés no le bastaron. Creó un blog en los servidores gratuitos que la red le permitió.
“En más de una ocasión le intentaron hackear su blog, por eso lo cambiaba cada que podía y le avisaba a los que le leían”, anexa Jorge.
Moisés logró que pavimentarán calles y colocaran luminarias
En la memoria del único hijo ronda perfectamente cómo Moisés dio su primer éxito como activista social. Después de hacer rondar algunas publicaciones con las quejas de carencias en las colonias de Medellín, dejó de escribir ese día e inició una movilización con los vecinos para presionar y tener banquetas en la colonia Gutiérrez Rosas.
“Me acuerdo mucho cuando mi papá hizo que nos pusieran banquetas. Cuando llovía por acá siempre te ensuciabas todo porque el lodo se hacía en las calles”, relató Jorge.
El alumbrado público fue el siguiente punto en las lista de Moisés. Lo consiguió para algunas cuadras de la colonia, para las restantes, seguía la lucha.
María negó que su esposo publicara notas policiacas, esos temas los mantenía alejado por completo de su periódico local. Jorge niega lo mismo, su padre se focalizó a situaciones sociales.
Sus lectores sabían dónde encontrarlo. En cada publicación dedicaba una cuartilla a dónde localizarlo; 22 92 10 83 91, www.launionver.neositios.com o launionver@hotmail.com
Ya sea para dotarlo de información sobre una carencia social o para solidarizarse, Moisés siempre escuchaba o acudía al llamado.
Don “Moy”, un vecino chambeador
Los vecinos lo conocen, le dicen “Moy”. Marisol García lo saludó por última vez el 31 de diciembre del 2013. Moisés trabajaba a marchas forzadas para generar ingresos en su hogar que lo esperaba para despedir un año más.
Marisol lo conoce desde los tres años, al igual que otro par de mujeres que fueron las únicas en salir la mañana del domingo.
La tensión sigue hasta en las rachas de viento que se presentaron éste domingo. Los demás vecinos no asoman ni la nariz. El miedo es el principal motivo.
“Asuu, a Don Moy lo conozco desde que era niña, tenía como tres años cuando fue a mi casa. Hace poquito me dio un servicio porque me trajo a mi casa en su taxi y se fue en chinga a dar más servicios, era bien chambeador”, exclamó con alegría Marisol.
Las otras vecinas están molestas con sus vecinos, con la indiferencia por no mostrar apoyo a la familia, con el ayuntamiento también están molestas.
El mal aspecto de las calles, la inexistencia de agua potable, esa agua que Moisés Sánchez les compartía de un pozo creado en el patio de su casa.

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